La ruta escondida
Una travesía de cinco días desde Chingaza hasta Villavicencio que conecta los paisajes fríos del Meta con el calor del llano. El Cañón del Guatiquía revela grutas, puentes colgantes y comunidades que viven entre montañas y ríos ocultos.
A bailar joropo
Cada octubre, el Torneo Internacional del Joropo convierte la ciudad en una fiesta de música, zapateo y tradición. Miles de parejas bailan al compás del arpa, el cuatro y las maracas, reviviendo el alma llanera.
Viajar como vaquero
Un recorrido a caballo por las sabanas, bosques y estaderos que unen al Meta con Arauca. Entre relatos, música criolla y joropo, los viajeros viven la experiencia del auténtico vaquero llanero.
Santuario llanero
Más que un zoológico, es un santuario de la fauna de la Orinoquía. En sus cinco hectáreas habitan jaguares, chigüiros, anacondas y ocarros rescatados. Un espacio para reconectar con la biodiversidad del Meta.
Delfines rosados
En la unión de los ríos Meta, Ariari y Guayabero, los delfines rosados nadan libres y curiosos. Su avistamiento durante todo el año es una de las experiencias más memorables del turismo llanero.
A pescar cachamas
La pesca se convierte en celebración durante el Festival Internacional de la Cachama. Tres días de competencia, canotaje y alegría que honran a los pescadores y la vida en los ríos del Orinoco.
Caficultor por un día
Entre montañas y cafetales, los visitantes aprenden a cosechar, tostar y preparar café o cacao artesanal. Una experiencia inmersiva que conecta el turismo rural con el aroma del trabajo campesino.
Aviturismo
Con más de 660 especies registradas, el departamento lidera el avistamiento de aves en Colombia. En sus morichales, cañones y ríos habitan garzas, tucanes, guácharos y gallitos de roca que llenan el cielo de color.
Piedemonte llanero
Tres días para explorar el Indio Acostado, miradores sobre el río Güejar, la cascada de Santo Domingo y los Telares de Cristal. Rutas comunitarias que combinan senderismo, aguas termales y encuentros con fauna típica del piedemonte.
Pura adrenalina
En La Uribe, los viajeros flotan por un cañón de más de 60 metros de altura. Una aventura entre mitos, formaciones rocosas y luz filtrada que muestra la fuerza natural y humana del Meta.